La pensión media de las mujeres de entre 65 y 69 años es hoy en España un 40% inferior a la de los hombres: 783 frente a 1.286 euros.
La causa es que, en general, cobran menos a lo largo de su vida laboral y dedican más tiempo al cuidado de hijos y mayores dependientes, lo que afecta tanto a sus ingresos actuales como a sus prestaciones públicas al jubilarse.
Esta situación de precariedad se podría acentuar en el futuro por el aumento de la esperanza de vida y el descenso de la natalidad, que comprometen el futuro del sistema público de pensiones.
El informe "Impacto de las pensiones en la mujer. Jubilación y calidad de vida en España" dirigido por la profesora del IESE Nuria Chinchilla, hace una prospección de la situación futura y propone un decálogo para garantizar el poder adquisitivo de los jubilados.
1. Informar de la situación real de la futura pensión. La información sobre la futura disponibilidad económica permite plantear opciones de futuro. Pocas personas saben cuál será su pensión y también pocas reflexionan sobre ello. Resolver esta falta de información tendría un coste mínimo.
2. No dejar nuestro futuro solo en manos del Estado. Es necesario concienciar de la responsabilidad personal que todos tenemos de cara a mantener la propia calidad de vida.
3. Complementar la pensión del Estado desde el inicio de la vida laboral. Se trataría de encontrar fórmulas para complementar la pensión entre el Estado, la empresa y el trabajador. Son muy pocos los casos en que la prestación por jubilación que puede conceder el Estado es equiparable al último salario. Lo habitual es que se pierda capacidad adquisitiva.
4. Planificar la propia jubilación. Esto es especialmente relevante en el caso de las mujeres que interrumpen su trayectoria laboral por el cuidado de hijos y dependientes. Cuanto antes se comienza a ahorrar, mayor es el rendimiento y menor el esfuerzo para mantener el estándar de vida deseado. Para asegurar una buena calidad de vida durante la jubilación, sería interesante empezar a ahorrar al mismo tiempo que se empieza a contribuir al sistema público.
5. Que el Estado aporte la cotización de jubilación de las mujeres en caso de excedencia o, parcialmente, si solicitan una reducción de jornada para cuidar a hijos pequeños o mayores dependientes. Esto las compensaría en parte por su trabajo no remunerado.
6. Computar como tiempo cotizado a la Seguridad Social el tiempo dedicado a la atención de los hijos de hasta 12 años y a familiares dependientes. De lo contrario, estas personas pueden ser penalizadas por los periodos de cotización mínimos exigidos para poder recibir la pensión de jubilación.
7. Desgravar el coste de los cuidadores familiares, guarderías y otros gastos asociados a la familia.Para poder acogerse a este beneficio fiscal, la cantidad desgravada debería destinarse a ahorro para la pensión.
8. Desgravar las aportaciones de ahorro para la jubilación del padre o de la madre mientras permanezcan al cuidado de hijos pequeños o mayores dependientes.
9. Revisar la pensión de viudedad para no cotizantes, ya que el cónyuge viudo va a tener que soportar más del 50% de los costes fijos previos al fallecimiento.
10. Fomentar y educar a los jóvenes en la cultura del ahorro a largo plazo. España es un país con poca cultura del ahorro y donde predomina el de tipo inmobiliario. Un ahorro tardío no tiene el mismo impacto sobre las futuras rentas que el iniciado en los años de juventud.
Estas medidas permitirían paliar los efectos de una rebaja de las prestaciones públicas y garantizar tanto el poder adquisitivo de los jubilados como la supervivencia del Estado del bienestar.
Fuente: IESEinsight.com
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